¿Alguna vez has comido un paquete entero de papas fritas o galletas? ¿Comiste pizza o torta hasta no poder más? ¿Tomaste más café o vino del que tu cuerpo necesitaba?
¿Recuerdas como te sentiste?
Lo pregunto porque a veces comemos en exceso para ayudarnos a distraer la atención del dolor emocional. Piénsalo, ¿has notado que a veces cuando comes demasiado realmente no tenías hambre? Lo que pasa es que quizás te sientes solo, enojado, triste, resentido, frustrado, o algo más. Entonces, ¿a qué herida te estás aferrando?
Aprovechar el poder del perdón
¿No sería más eficaz enfrentar tus sentimientos incómodos? La mejor manera, la más completa o, más divinamente perfecta para hacerlo es el perdón.
Perdonar no es fácil, incluso para los más iluminados de nosotros. Si has estado permitiendo que tu salud actual sea controlada por las heridas del pasado, te invito a que te comprometas a perdonar.
Estos pasos pueden ayudar:
- Habla con amigos más comprensivos y tu familia sobre tu deseo de perdonar. Conversar con los demás es tremendamente reconfortante.
- Escribe una carta a la persona que te gustaría perdonar. Puedes decidir si la envías o no.
- Ver la situación desde la perspectiva de la otra persona, la tuya puede cambiar.
- No te olvides de perdonarte a ti mismo. A veces podemos ser más duros con nosotros mismos.
- Entender que tú eres responsable de tu propia actitud. No permitas que el hecho de guardar un rencor haga que no te sientas libre, abierto y a cargo de tu propia vida.
Perdona y ve cómo tu relación con la comida se vuelve más fácil.
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